Si los duendes hoy existen se debe a las manos mágicas de personas como los médicos y enfermeras de las Salas de Preparto, Perinatología y Neonatología del Hospital General Dr. Gustavo Aldereguía Lima de Cienfuegos. Soy papá recientemente y la felicidad adjunta a este logro tiene en ese colectivo de trabajadores sus creadores principales.
Mi hijo nació prematuro el día 15 de marzo, con problemas para respirar y reportado de muy grave a pocas horas de venir al mundo. En varias jornadas, uniendo noches con días sin parar, los médicos y enfermeras de este núcleo, con la ternura y el afán de salvadores de vida que llevan en sus entrañas, atendieron a mi pequeño sin separarse de él un solo segundo, hasta que lo entregaron a su madre con la felicidad de haber ganado otro de los cientos de combates que libran en este prestigioso centro. Era como un cuento de hadas ver a las doctoras y enfermeras de la Sala de Terapia Intensiva de Neonatología como cuidaban al pequeño como si fuera suyo, con el ánimo de darlo todo por salvar una vida sin importar el esfuerzo que conllevara, con la tristeza de cada mal síntoma, con la alegría de cada recuperación. Son estos los galenos que necesita el pueblo, que con amor dan salud y alegría a sus pacientes, que con las mil carencias que existen no escatiman por dar lo mejor de sí en su trabajo y entregar felicidad a los padres como yo.
Sea esta carta un retablo del mayor reconocimiento que pueda enviarse para estos “creadores de duendes”, que no los nombro a todos porque son muchos los que tuvieron que ver en esta proeza de la Salud Pública cubana. Mil gracias en nombre de las familias que reciben con regocijo estos duendes logrados con sus manos.
Mi hijo nació prematuro el día 15 de marzo, con problemas para respirar y reportado de muy grave a pocas horas de venir al mundo. En varias jornadas, uniendo noches con días sin parar, los médicos y enfermeras de este núcleo, con la ternura y el afán de salvadores de vida que llevan en sus entrañas, atendieron a mi pequeño sin separarse de él un solo segundo, hasta que lo entregaron a su madre con la felicidad de haber ganado otro de los cientos de combates que libran en este prestigioso centro. Era como un cuento de hadas ver a las doctoras y enfermeras de la Sala de Terapia Intensiva de Neonatología como cuidaban al pequeño como si fuera suyo, con el ánimo de darlo todo por salvar una vida sin importar el esfuerzo que conllevara, con la tristeza de cada mal síntoma, con la alegría de cada recuperación. Son estos los galenos que necesita el pueblo, que con amor dan salud y alegría a sus pacientes, que con las mil carencias que existen no escatiman por dar lo mejor de sí en su trabajo y entregar felicidad a los padres como yo.
Sea esta carta un retablo del mayor reconocimiento que pueda enviarse para estos “creadores de duendes”, que no los nombro a todos porque son muchos los que tuvieron que ver en esta proeza de la Salud Pública cubana. Mil gracias en nombre de las familias que reciben con regocijo estos duendes logrados con sus manos.
Yoenis Pantoja Zaldívar
Eliani Varen Caballero
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